jueves, 5 de marzo de 2009

El Barco

Otro relato de Sara Roberts.


"Yo he visto como ha ido creciendo el barco con el paso de los años. Primero, el restaurante de la cuarta planta, Les Trois Coqs, con Gaspar, el chef francés de Rennes que es tan malhumoreado y tan gracioso, y tiene la barba cana y desordenada que se mueve al hablar. Hasta parece que le ha comenzado a salir un poco por las orejas ahora también. Luego fue el pequeño café, el otro restaurante, la discoteca, el pub inglés, el casino, la peluquería, las tiendas de souvenirs, la perfumería, la relojería, la joyería, la sala de juegos, el otro restaurante (buffet esta vez, pero francés también, claro), el mini-supermercado, la farmacia, y la tienda de duty free, donde todo te cuesta más que en las tiendas normales. O sea, las de la tierra.

Sólo el bar de jazz y los camarotes siempre hemos estado aquí. Somos los únicos que hemos visto como ha ido creciendo el barco a traves de los años. Para decir la verdad, ya hay de todo a bordo – no necesitarías nunca bajarte, y de hecho dicen que el pianista, T.D. Lemon Novecento, nunca se ha bajado. Bueno, eso es lo que dice el maquinista - que él nació aquí en el barco y nunca se ha bajado a la tierra, ni una sola vez. Pues, no sé si sera verdad; ese maquinista sí cuenta de todo también.

Pero lo que sí es cierto es que ya quedamos sólo tres – él, yo, y Novecento – los que siempre hemos estado aquí, desde el principio. Aunque Gaspar también ya lleva bastante tiempo, es verdad. Pero todos los demás, absolutamente todos, pasan. Yo les he visto, llegar, ilusionados, e irse al pasar un año o dos a lo mucho. Es que nadie quiere vivir en un barco. Al fin y al cabo, todos terminan queriendo lo mismo – la casita de siempre, el coche, el perro, y la pequeña familia. Y aunque no lo piensen, siempre acaba haciéndoles falta. Pero a mí no. A mí ya no me gusta bajarme en tierra. Trato de evitarlo en cuanto sea posible. Siempre me da mareo."

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