jueves, 5 de noviembre de 2009

La escritora brasileña Clarice Lispector



Clarice Lispector (Brasil, 1920-1977)
  Narradora brasileña, que nació en Ucrania, pero que, cuando era pequeña, se trasladó con su familia a Recife. Después se instaló en Río de Janeiro, donde estudió derecho. Estuvo en Nápoles, trabajando en el hospital deLa Fuerza Expedicionaria Brasileña, y después en Suiza y Estados Unidos.
Su primera novela, escrita a los 17 años, Cerca del corazón salvaje (1944), la hizo merecedora del premio Graça Aranha. Después de publicar La manzanaen la oscuridad (1961), despertó el interés de la crítica literaria, quela situó, junto con João Guimarães Rosa, en el centro de la ficción de
vanguardia. En su obra se descubre un uso intenso de la metáfora,atmósfera íntima y ruptura con la peripecia basada en hechos, principalmente en
La pasión según G. H. (1964) y Aprendizaje o el libro de los placeres (1969).


En el contexto de la nueva literatura brasileña, su obra se destaca por la exaltación de la vivencia interior y por el salto de lo psicológico a lo metafísico. En el plano ontológico, se produce el encuentro entre una
conciencia y un cuerpo, en estado de materialidad neutra. En su narración pueden identificarse varias crisis: crisis del personaje-ego, resuelta no a través del intimismo, sino en la búsqueda consciente de lo
supraindividual; crisis de la narración, a través de un estilo inquisitivo; crisis de la función documental de la prosa novelesca. Parte del presupuesto de que toda obra es novela de educación existencial. De su vasta producciónliteraria, desde La ciudad sitiada (1949) hasta La bella y la bestia (1979), merecen recordarse los cuentos Lazos de familia (1960, traducidos al español por Cristina Peri Rossi en 1988), La legión extranjera (1964), y las novelas La imitación de la rosa (1973), Agua viva (1977), La hora de la estrella
(1977) y Un soplo de vida (póstuma, 1978). Murió en Río de Janeiro.

Textos:
Aprendizaje o El libro de los placeres (fragmento)
Es allí a donde voy, de Silencio
Felicidad clandestina (fragmento)
La hora de la estrella (fragmento)
La pasión según G. H. (fragmento)
Silencio (fragmento)
Un soplo de vida (fragmento)

FRAGMENTOS DE OBRAS


Clarice Lispector
Aprendizaje o El libro de los placeres (fragmento)

" Pero de la luna no tenía miedo, porque era más lunar que solar y veía
con os ojos bien abiertos en las madrugadas tan oscuras la luna siniestra
en el cielo. Entonces se bañaba toda ella en los rayos lunares, así como
había quienes tomaban baños de sol. Y quedaba profundamente límpida.
(...)
Alivia mi alma, haz que sienta que tu mano está cogida de la mía, haz
que sienta que la muerte no existe porque ya estamos en verdad en la
eternidad, haz que sienta que amar no es morir, que la entrega de sí mismo no
significa la muerte, haz que sienta una alegría modesta y diaria, haz que no te
indague demasiado, porque la respuesta sería tan misteriosa como la
pregunta, bendíceme para que viva con alegría el pan que como, el sueño
que duermo, haz que tenga caridad hacia mí misma pues si no, no podré
sentir que Dios me amó, haz que pierda el pudor de desear que en la hora de mi
muerte haya una mano humana para apretar la mía.
(...)
Yo podría tenerte con mi cuerpo y con mi alma. Esperaré aunque sea años
a que tú también tengas cuerpo-alma para amar, mira a todos a tu
alrededor y ve lo que hemos hecho de nosotros y de eso considerado como victoria
nuestra de cada día. No hemos amado por encima de todas las cosas. No hemos
aceptado lo que no se entiende porque no queremos pasar por tontos. No tenemos
ninguna alegría que no haya sido catalogada, hemos tratado de
salvarnos, pero sin usar la palabra salvación para no avergonzarnos de ser
inocentes, hemos disfrazado con el pequeño miedo el gran miedo mayor y por eso
nunca hablamos de lo que realmente importa, hemos sonreído en público de lo
que no sonreiríamos cuando nos quedásemos solos. Nos hemos temido el uno al
otro, por encima de todo, pero yo escapé de eso, Lori, escapé con la
ferocidad con que se escapa de la peste, Lori, y esperaré hasta que tú estés más
preparada.
(...)
Un día será el mundo con su impersonalidad soberbia contra mi extrema
individualidad de persona, pero seremos uno solo.
(...)
Avanzando, abre las aguas del mundo por la mitad. Ya no necesita
coraje, ahora ya es vieja en el ritual recuperado que había abandonado hacía
milenios. Baja la cabeza dentro del brillo del mar, y retira una
cabellera que sale toda goteando sobre los ojos salados que arden, juega con la
mano en el agua, pausada, los cabellos al sol se están casi inmediatamente
endureciendo con la sal. Se zambulle nuevamente, nuevamente bebe más
agua, ahora sin avidez pues ya conoce y ya tiene un ritmo de vida en el mar.
Es la amante que no teme pues sabe que lo tendrá todo nuevamente. "
El Poder de la Palabra
www.epdlp.com
Barcelona - Nueva York


Clarice Lispector
Es allí a donde voy, de Silencio

" Más allá de la oreja existe un sonido, la extremidad de la mirada un
aspecto, las puntas de los dedos un objeto: es allí a donde voy. La
punta del lápiz el trazo. Donde expira un pensamiento hay una idea, en el
último suspiro de alegría otra alegría, en la punta de la espalda magia: es
allí a donde voy. En la punta del pie el salto. Parece historia de alguien que
fue y no volvió: es allí a donde voy. ¿ O no voy? Voy, sí. Y vuelvo para
ver cómo están las cosas. Si continúan mágicas. ¿Realidad? Te espero. Es
allí a donde voy. En la punta de la palabra está la palaba. Quiero usar la
palabra "tertulia", y no sé dónde ni cuándo. Al lado de la tertulia está la
familia.
Al lado de la familia estoy yo. Al lado de mí estoy yo. Es hacia mí a
dónde voy. Y de mí salgo para ver. ¿Ver qué? Ver lo que existe. Después de
muerta es hacia la realidad adonde voy. Mientras tanto, lo que hay es un
sueño.
Sueño fatídico. Pero después, después de todo es real. Y el alma libre
busca un canto para acomodarse. Soy un yo que anuncia. No sé de qué estoy
hablando. Estoy hablando de nada. Yo soy nada. Después de muerta me
agrandaré y me esparciré, y alguien me dirá con amor mi nombre. Es
hacia mi pobre nombre adonde voy. Y de allá vuelvo para llamar al nombre del ser
amado y de los hijos. Ellos me responderán. Al fin tendré una
respuesta.
¿Qué respuesta? La del amor. Amor: yo os amo tanto. Yo amo el amor. El
amor es rojo. Los celos son verdes. Mis ojos son verdes tan oscuros que en
las fotografías salen negros. Mi secreto es tener los ojos verdes y que
nadie lo sepa. En la extremidad de mí estoy yo. Yo, implorante, yo, la que
necesita, la que pide, la que llora, la que se lamenta . Pero la que canta. La
que dice palabras. ¿Palabras al viento? Qué importa, los vientos las traen
de nuevo y yo las poseo. Yo al lado del viento. La colina de los vientos
aullantes me llama. Voy, bruja que soy. Y me transmuto. Oh, cachorro,
¿dónde esta tu alma? ¿Está cerca de tu cuerpo? Yo estoy cerca de mi cuerpo. Y
muero lentamente. ¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo amor. Y cerca del amor
estamos nosotros.

Clarice Lispector

Silencio (fragmento)
"Se puede pensar rápidamente en el día que pasó. O en los amigos que
pasaron y para siempre se perdieron, pero es inútil huir: el silencio
está ahí. Aún el sufrimiento peor, el de la amistad perdida, es sólo fuga.
Pues si al principio el silencio parece aguardar una respuesta -cómo ardemos
por ser llamados a responder-, pronto se descubre que de ti nada exige,
quizás tan sólo tu silencio. Cuántas horas se pierden en la oscuridad
suponiendo que el silencio te juzga, como esperamos en vano ser juzgados por Dios.
Surgen las justificaciones, trágicas justificaciones forzadas, humildes
disculpas hasta la indignidad. Tan suave es para el ser humano mostrar
al fin su indignidad y ser perdonado con la justificación de que es un ser
humano humillado de nacimiento. Hasta que se descubre que él ni
siquiera quiere su indignidad. Él es el silencio. "
El Poder de la Palabra
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Barcelona - Nueva York


Clarice Lispector
Felicidad clandestina (fragmento)

"¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí
el libro en la mano. Creo que no dije nada. Cogí el libro. No, no partí
saltando como siempre. Me fui caminando muy despacio. Sé que sostenía
el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho. Poco
importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho caliente, el
corazón pensativo. Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía,
únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más
tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear
por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no
saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos
instantes.
Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la
felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era
como si yo lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire... había en
mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada. A veces me sentaba en la
hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un
éxtasis purísimo. "
El Poder de la Palabra
www.epdlp.com
Barcelona - Nueva York


Clarice Lispector
Felicidad clandestina (fragmento)

" ¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí
el libro en la mano. Creo que no dije nada. Cogí el libro. No, no partí
saltando como siempre. Me fui caminando muy despacio. Sé que sostenía
el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho. Poco
importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho caliente, el
corazón pensativo. Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía,
únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más
tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear
por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no
saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos
instantes.
Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la
felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era
como si yo lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire... había en
mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada. A veces me sentaba en la
hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un
éxtasis purísimo. "
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Clarice Lispector
La hora de la estrella (fragmento)

"Ella había nacido con malos precedentes y ahora parecía una hija de
no-sé-qué con aire de pedir disculpas por no ocupar un espacio. En el
espejo, distraída, examinó de cerca las manchas de su cara. En Alagoas
se llamaban panos, decían que venían del hígado. Ocultaba las manchas con
una capa espesa de polvo blanco y, si se veía medio revocada, era mejor que
verse pardusca. Toda ella estaba un poco sucia, porque raro era que se
lavase. De día llevaba la falda y blusa y de noche dormía con la
enagua. Una compañera de cuarto no sabía cómo advertirle que olía a mugre. Y como
no sabía, se quedó en eso, porque tenía miedo de ofenderla. Nada en ella
era iridiscente, aun cuando la piel de su cara tuviese entre las manchas un
ligero brillo de ópalo. Pero no importaba. Nadie la miraba en la cale,
ella era café frío. "
El Poder de la Palabra
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Clarice Lispector
La pasión según G. H. (fragmento)


" La cucaracha con la materia blanca me miraba. No sé si me veía. No sé
lo que ve una cucaracha. Pero ella y yo nos mirábamos y tampoco sé lo que
una mujer ve. Pero si sus ojos no me veían su existencia me existía - en el
mundo primario donde yo había entrado, los seres existen a los otros
como forma de verse. Y en ese mundo que yo estaba conociendo, hay varias
formas que significan ver: uno mira al otro sin verlo, uno posee al otro, uno
come al otro, uno está sólo en un rincón y el otro está allí también: todo
eso también significa ver. La cucaracha no me miraba con los ojos sino con
el cuerpo.
(...)
Lo que yo veía era la vida mirándome. Cómo llamar de otro modo a
aquello horrible y crudo, materia prima y plasma seco, que estaba allí,
mientras yo retrocedía hacia dentro de mí en naúsea seca, yo cayendo siglos y
siglos en el lodo -era lodo y ni siquiera lodo ya seco sino lodo aún húmedo y aún
vivo, era un lodo donde se movían con lentitud insoportable las raíces
de mi identidad. "
El Poder de la Palabra
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Clarice Lispector
Un soplo de vida (fragmento)

" Tengo miedo de escribir, es tan peligroso. Quien lo ha intentado, lo
sabe. Peligro de revolver en lo oculto y el mundo no va a la deriva, está
oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que colocarme en el vacío. "


Un soplo de vida. Clarice Lispector
Esto no es una lamentación, es el grito de un ave de rapiña. Irisada e inquieta. Un beso en la cara muerta.
Escribo como si fuese a salvar la vida de alguien. Probablemente mi propia vida. Vivir es una especie de locura que la muerte comete. Porque en ellos vivimos, vivan los muertos.
De repente las cosas no tienen por qué tener sentido. Me satisfago en ser. ¿Tú eres? Estoy seguro de que sí. El sinsentido de las cosas me provoca una sonrisa de complacencia. Todo, sin duda, debe de estar siendo lo que es.
Hoy es un día de nada. Hoy es hora cero. ¿Existe por casualidad un número que no sea nada? ¿Qué es menos que cero? ¿Qué comienza en lo que nunca ha comenzado porque siempre era?, y ¿era antes de siempre? Me adhiero a esta ausencia vital y rejuvenezco por entero, al mismo tiempo contenido y total. Redondo sin principio ni fin, soy el punto antes del cero y del punto final. Pero al mismo tiempo todo es tan fugaz. Siempre fui e inmediatamente dejaba de ser. El día transcurre a su aire y hay abismos de silencio en mí. La sombra de mi alma es el cuerpo. El cuerpo es la sombra de mi alma. Este libro es la sombra de mí. Pido la venia para pasar. Me siento culpable cuando no os obedezco. Soy feliz a deshora. Infeliz cuando todos bailan. Me dijeron que los lisiados se regocijan y también me dijeron que los ciegos se alegran.
Nunca la vida ha sido tan actual como hoy; por un tris no es el futuro. El tiempo para mí significa disgregación de la materia. La putrefacción de lo orgánico, como si el tiempo fuese un gusano dentro de un fruto y le robase al fruto toda su pulpa. El tiempo no existe. Lo que llamamos tiempo es el movimiento de evolución de las cosas, pero el tiempo en sí no existe. O existe inmutable y en él nos trasladamos. El tiempo pasa demasiado deprisa y la vida es tan corta. Entonces cultivo una especie de tedio. Saboreo así cada detestable minuto. Quiero multiplicarme para poder abarcar incluso las áreas desérticas que dan idea de inmovilidad eterna. En la eternidad no existe el tiempo. Noche y día son contrarios porque son el tiempo y el tiempo no se divide. De ahora en adelante el tiempo será siempre actual. Hoy es hoy. Me sorprendo y al mismo tiempo desconfío de tanto que me es dado. Y mañana tendré de nuevo un hoy. Hay algo doloroso y tajante en vivir el hoy. El paroxismo de la nota más fina y alta de un violín insistente. Pero está el hábito y el hábito anestesia. El aguijón de la abeja del día floreciente de hoy. Gracias a Dios, tengo qué comer. El pan nuestro de cada día.
Querría escribir un libro. Pero ¿dónde están las palabras? Se agotaron los significados. Nos comunicamos como sordomudos con las manos. Querría que me diesen permiso para escribir a un son arpado y agreste la escoria de la palabra. Y prescindir de ser discursivo. Así: polución.






¿Quién es Clarice Lispector?


Ella contesta:
"Nací en Ucrania, pero ya en fuga. Mis padres pararon en una aldea que ni aparece en el mapa, llamada Tchetchelnik, para que yo naciera, y se vinieron al Brasil, adonde llegué con dos meses. De manera que llamarme extranjera es una tontería. Soy más brasileña que rusa, evidentemente... Cuando tenía catorce o quince años, escribí un cuento y lo llevé a una revista que se llamaba Vamos a leer, me quedé allí, de pie. Yo era lo que sigo siendo, una tímida atrevida. Soy tímida, pero me lanzo. Le di el cuento para que lo leyera y dije: 'Es para que usted vea si lo publica.' Lo leyó, me miró y dijo: '¿Has copiado esto de alguien? ¿Lo has traducido de alguien?' Respondí que no y lo publicó... (tomado de Declaraciones autobiográficas y literarias). También alguna vez dijo: "Nací para amar a los demás, nací para escribir y para criar a mis hijos. Amar a los demás es tan vasto que incluye incluso perdón para mí misma, con lo que sobra. Amar a los demás es la única salvación individual que conozco: nadie estará perdido si da amor y a veces recibe amor a cambio."



Misterio
Cuando empecé a escribir ¿qué deseaba lograr? Quería escribir algo que fuera tranquilo y sin modas, algo como el recuerdo de un monumento alto que parece más alto porque es recuerdo. Pero quería, de paso, haber tocado realmente el monumento. Sinceramente, no sé lo que simbolizaba para mí la palabra monumento. Y terminé escribiendo cosas completamente diferentes.

Prescindir de lo atrayente
Sería más atrayente si yo lo hiciera más atrayente. Usando, por ejemplo, algunas de las cosas que enmarcan una vida o una cosa o historia de amor o un personaje. Es perfectamente lícito hacerlo atrayente, sólo que existe el peligro de que un cuadro se vuelva cuadro porque el marco lo hizo cuadro. Para leer, es claro, prefiero lo atrayente, me cansa menos, me arrastra más, me delimita y me circunda. Para escribir, sin embargo, tengo que prescindir. La experiencia vale la pena, aunque tan sólo sea para quien la escribió.


Escribir las entrelíneas
Entonces escribir es el modo de quien tiene la palabra como carnada: la palabra que pesca lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra --la entrelínea-- muerde la carnada, algo se escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, se podría arrojar fuera la palabra con alivio. Pero ahí cesa la analogía: la no-palabra, al morder la carnada, la incorporó. Lo que salva entonces es escribir distraídamente.


Recordar lo que no existió
Tantas veces escribir es recordar lo que nunca existió. ¿Cómo lograré saber lo que ni siquiera sé? Así: como si recordara. Con un esfuerzo de memoria, como si yo nunca hubiera nacido. Nunca nací, nunca viví: pero recuerdo, y éste es un recuerdo en carne viva.
Y el alma libre busca un canto para acomodarse. Soy un yo que anuncia. No sé de qué estoy hablando. Yo soy nada. Después de muerta me agrandaré y me esparciré, y alguien dirá con amor mi nombre.



Según los demás

Clarice Lispector (1925/1977) escritora y periodista brasileña, hija de judíos rusos, nació en Tchetchelnik (Ucrania), cuando sus padres ya habían decidido emigrar. Tenía solo dos meses cuando llegó a Alagoas, y jamás admitió otra patria que el Brasil.
Poco tiempo después la familia se trasladó a Recife y a partir de 1937 a Río de Janeiro donde estudió Derecho. En 1943, se casó con el diplomático Maury Gurgel Valente, con quien tuvo dos hijos, y se separó en 1959.
Entre 1944 y 1960 vivió largas temporadas en el extranjero, Nápoles, Viena y Estados Unidos. Durante toda su vida mantuvo su actividad en la prensa iniciado en 1941 en la Agencia Nacional. Sus crónicas son de alto valor literario.
A los siete años escribía cuentos que enviaba sin éxito a las publicaciones. Su primera novela, escrita a los 17 años, Cerca del corazón salvaje (1944) la hizo merecedora del premio Graça Aranha. En ella se nota la influencia de Herman Hesse y Julien Green.
Después de publicar La manzana en la oscuridad (1961), despertó el interés de la crítica literaria, que la situó, junto con João Guimarães Rosa, en el centro de la ficción de vanguardia (la tercera fase del modernismo brasileño). Luego aparecen La pasión según G. H. (1964) y Aprendizaje o el libro de los placeres (1969).
Otras obras son: La ciudad sitiada (1949), Lazos de familia (cuentos, 1960, traducidos al español por Cristina Peri Rossi en 1988), La legión extranjera (1964), La imitación de la rosa (1973), Agua viva (1977), La hora de la estrella (1977), El vía crucis del cuerpo, Revelación del mundo (crónicas sabatinas aparecidas en en Jornal do Brasil entre 1967 y 1973), Un soplo de vida (1978) y La bella y la bestia (1979), estas dos últimas póstumas.
En su constante apelación a la metáfora logra una atmósfera íntima e intensa, exaltando la vida interior de los personajes que alternan aspectos psicológicos y metafísicos. Su narrativa no es convencional y presume un mensaje existencial. Lispector no narra historias de sus personajes sino que relata los intrincados caminos del alma. Ella misma reveló que sus obras requerían una lectura irracional.
Sin embargo en Niños irritantes nos descubre una realidad descarnada que observará con sagacidad: la del niño hambriento cuya resignación despierta rebeldía (“yo no soporto la resignación. Ay, como devoro con hambre, el placer de la revuelta”). En esas crónicas semanales incluye taxistas, domésticas, vecinas y hasta sus propios hijos.
Murió en Río de Janeiro, víctima de un cáncer, en 1977.



1 comentario:

  1. Esta escritora es genial, ya he leído varias cosas de ella y me parece muy diferente a todo lo que he leído. Encontré una reseña de su libro más famoso aquí http://forumculturalonline.blogspot.com/2009/10/la-pasion-segun-gh-de-clarice-lispector.html en serio os recomiendo sus obras.

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